Aunque no se han publicado ensayos clínicos aleatorios que directamente prueben que el diseño de la corona está relacionado con la periimplantitis, hace tiempo se ha demostrado que las coronas con márgenes subgingivales inadecuados cambian la microflora y causan inflamación alrededor de los dientes naturales. Es posible intuir que los mismos principios deberían aplicarse al considerar el diseño de la corona para un implante dental a fin de minimizar la posibilidad de desarrollar la enfermedad periimplantaria (Imagen 4A, 4B y 4C).26,27
Una tomografía computada de rayo cónico previa facilita una óptima colocación del implante en el tejido blando: es decir, la parte coronal y el cuello pulido de 1,8 mm, que permite que el hombro del implante y el margen de la corona se ubiquen cerca de la superficie mucosa. Las fijaciones de implante no sumergidas con ajustes pasivos a los otros componentes deberían minimizar la irritación del tejido blando adyacente.
El cemento residual asociado con la colocación de una corona temporaria o permanente en un implante dental puede irritar los tejidos blandos circundantes, contribuir directamente al control de placa deficiente al crear una superficie áspera, y promover la formación de placa bacteriana.28 La acumulación de una biopelícula, a su vez, produce la inflamación del tejido blando, que, si no se controla, causa una periimplantitis